viernes, 9 de enero de 2009

UN RECUERDO


Recuerdo unos ojos tristes
que no son los tuyos,
recuerdo una mejilla pálida
que se humedece poco a poco,
por una lágrima y otra
que caen hasta los labios
y circulan por la piel
mojando de melancolía la noche.

Suena el violín, pero son yedras
suena el oboe, pero son ramas de haya,
suena la clave y son mis pisadas.

Intento no llorar de nuevo
pero veo cómo surge tu rostro
y se me queda la piel de nácar
y se me escapan las lágrimas
dejando que ensucien mi sonrisa
y me atrapen la mirada.

El cincel de agua no cesa
y convierte mi barro en arcilla
o en granito despedazado por tu ausencia.

Estoy a punto de morir
y se me escapa el aliento
entre hachas de oro mal bruñido
que me encogen el corazón y la palabra.

Mis ojos se han cerrado para siempre
y flautas de hombres desconocidos
tocan en una sinfónica ventisca
el réquiem por mi alma inexistente,
por mi sombra por ti olvidada,
por mi piel ya descarnada
por mi pelo venido a tu sonrisa,
por mi postrer verso, ya sin estancias.

LA LUNA




Luna; mi luna, nuestra luna,
describes con tu redondez
la belleza de sus ojos
y la mirada perfecta
que ilumina esta precisa noche.

Luna; sueño o lamento,
proyección de mis deseos,
flujo de sentimientos
que en la profundidad del día
acercas nuestras palabras.

Luna que los dos vemos,
cada uno en nuestra distancia,
y con su deseo perdemos
cada momento que pasa.

Afrodita nocturna, diosa blanca,
belleza que la noche regala,
sonido de luminosidad,
disco perfecto de hermosura.

Luna bella, luna llena
mujer de ojos serenos
mujer de miradas perdidas
noche tranquila, luna llena.

miércoles, 7 de enero de 2009

ITALIA DESDE EL RECUERDO



Venecia, 26 de marzo de 1.984

Me he sentado en el Café Florián de la Plaza de San Marcos, observando el vuelo de las palomas y dejando transcurrir plácidas imágenes por mi memoria.
Veo volar el aroma del tabaco hasta el techo con bellos frescos de la sala de té... Se oyen unas sonrisas; conversaciones cadenciosas en cualquier lengua y yo aquí, sentado cerca de tus ojos, apreciándote en el agua, en el viento, en la sombra del sol.
El aroma y la suavidad de la bruma me ayudan a recordar cuánto te quiero, me elevan por encima del suelo al caminar, mano con mano, sobre estos señeros canales venecianos.
Cada gota de agua es distinta. Cada casa vetusta supone una situación inefable. Cada góndola es un sueño que espera no volver a repetirse por no acabar y ser eterno.
Tú me miras, yo sonrío. Me regalas una caricia y nos recordamos. Somos un diávolo que juega con el pensamiento, mientras el humo acaricia las paredes a mi espalda y la tuya es mi deseo por fin hecho regalo cierto.
Unas miradas desde fuera me recuerdan el anhelo de un largo paseo entre la palidez secular de estos palacios y la plácida mirada de tus ojos cada día más serenos.


- OOO -