sábado, 19 de mayo de 2007

RECUERDO DE VENECIA



Venecia, 26 de marzo de 1.984

Me he sentado en el Café Florián de la Plaza de San Marcos, observando el vuelo de las palomas y dejando transcurrir plácidas imágenes por mi memoria.
Asciende libre y misterioso el humo frágil del tabaco hasta perderse en el techo de bellos frescos de la sala de té... Se oyen unas sonrisas; conversaciones cadenciosas en cualquier lengua y yo aquí, sentado cerca de tus ojos, apreciándote en el agua, en el viento, en la sombra del sol.
El aroma y la suavidad de la bruma me ayudan a recordar cuánto te quiero, me elevan por encima del suelo al caminar, mano con mano, sobre estos señeros canales venecianos.
Cada gota de agua es distinta. Cada casa vetusta supone una situación inefable. Cada góndola es un sueño que espera no volver a repetirse por no acabar y ser eterno.
Tú me miras, yo sonrío. Me regalas una caricia y nos recordamos. Somos un diávolo que juega con el pensamiento, mientras el humo acaricia las paredes a mi espalda y la tuya es mi deseo por fin hecho regalo cierto.
Otras miradas desde el exeterior me recuerdan el anhelo de un largo paseo entre la palidez secular de estos palacios y la plácida mirada de tus ojos cada día más serenos.


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